El poder del interés compuesto

En el post de hoy vamos a profundizar en un concepto que ya introdujimos en la primera entrada de este capítulo “Del Ahorro a la Inversión”: el poder del interés compuesto.

Finalizábamos la publicación con una frase atribuida a Albert Einstein, quien dijo que el Interés Compuesto es “la fuerza más poderosa del Universo”. Hoy vamos a demostrar que esta herramienta está al alcance de cualquier inversor y que debemos aprovecharla en nuestro viaje de ahorradores a inversores para hacer que nuestro dinero genere rentabilidad sin necesidad de asumir grandes riesgos.

¿Qué es el interés?

El interés es el precio del dinero en el tiempo. Es un concepto que puede verse desde dos perspectivas diferentes: como el coste que te cobran cuando pides dinero prestado o como una renta que te pagan cuando prestas un capital.

Como estamos en el camino de convertirnos en inversores, quedémonos con esta última definición, el dinero que te pagan por prestar tu dinero.

Ahora bien, ¿sobre qué capital me pagan esos intereses? La respuesta marca una de las diferencias que hay entre (i) un ahorrador que gasta ese interés cuando lo recibe, y (ii) un inversor que acumula dicho interés. Dicho de otra manera, la diferencia de lo que hagamos con esos intereses cobrados se explica con “El poder del interés compuesto”.

Veámoslo con un ejemplo

Imaginemos dos personas que invierten 100€ en el mismo momento a 30 años y obtienen una rentabilidad del 3% anual.

El Inversor decide reinvertir los intereses. Es decir, decide no solo prestar los 100€ sino también los intereses que va recibiendo.

El Ahorrador decide no reinvertir los intereses. Cada vez que recibe los intereses, los dispone, por lo que únicamente presta los 100€.

El siguiente gráfico muestra de manera clara el impacto que tiene cada decisión:

Al final del plazo, vemos que el capital del Inversor (243€) es notablemente superior al del capital del Ahorrador (190€).

Podemos apreciar dos cosas:

  1. El crecimiento de la inversión del Inversor no ha crecido de forma lineal, sino exponencial, acelerándose con el paso de los años.
  2. Los primeros años el camino que siguen ambas inversiones es prácticamente idéntico, sin embargo, a partir del año 10, los caminos empiezan a separarse haciéndose la diferencia cada vez más notoria.

Como comentábamos, la diferencia está en la decisión que ha tomado cada individuo respecto a los intereses cobrados. Este es el famoso efecto al que se refería Warren Buffett: el capital invertido es como una bola de nieve que va creciendo con cada vuelta que da. Con esta metáfora trataba de explicar la importancia de empezar a invertir cuanto antes y aprovechar el efecto multiplicador del interés compuesto, con el objetivo de hacer crecer nuestra inversión a lo largo del tiempo sin necesidad de complicarse demasiado ni asumir grandes riesgos.

Interés compuesto e interés simple

El Inversor ha optado por un interés compuesto. Recibe los intereses y los reinvierte, por lo que el interés se calcula sobre el capital más los intereses. Mientras que el Ahorrador ha optado por un interés simple, dispone de los beneficios y, por lo tanto, el interés se calcula siempre sobre el mismo capital.

Cuando reinvertimos los intereses, el próximo interés se calcula sobre una base superior a la inicial. Es decir, el primer año cobramos 3€ en concepto de intereses. Sin embargo, el segundo año no cobramos 3€ sino que cobramos 3,09€ y así de manera exponencial. Esto implica que una inversión es más rentable si reinvertimos el interés o los dividendos.

El efecto multiplicador del interés se potencia cuando invertimos de manera recurrente, es decir, cuando incrementamos la base del capital invertido. Por lo tanto, nuestra recomendación es ir haciendo aportaciones en la medida de lo posible para ir aumentando la base sobre la que se calculan los intereses.

Todo esto tiene su fundamento en las matemáticas:

Interés compuesto:

Cn=Co*1+in

Interés simple:

Cn=Co*(1+i*n)

Siendo,

Cn el capital final

Co el capital inicial

n el periodo (p.e.número de años)

i el tipo de interés

El tiempo: nuestro mejor aliado

Otro factor muy importante es el plazo, ya que a medida que pasa el tiempo, el capital sobre el que se calculan los intereses crece cada vez más (desarrollamos la importancia del plazo en “El horizonte temporal de la inversión”). Por lo tanto, lo ideal es invertir cuanto antes, al plazo más largo posible y no tocarlo por el camino. Este plazo dependerá de las circunstancias personales de cada uno (necesidades concretas de liquidez, edad de jubilación…), por eso es necesario definir previamente dicho plazo, y por el camino ser capaces de gestionar nuestras emociones como inversores para evitar decisiones impulsivas o desfavorables (tal y como comentábamos en el post “Los principales sesgos en la toma de decisiones financieras”)

¿Cómo aprovechar el interés compuesto?

Una forma sencilla y accesible para todos es invertir en fondos de inversión tradicionales, donde los beneficios que se van generando se reinvierten automáticamente, siempre y cuando no se reembolse.

Por lo tanto, por el simple hecho de invertir en un fondo se aprovecha el efecto del interés compuesto. Por lo que un fondo de inversión es una buena alternativa para beneficiarse del efecto multiplicador.

Nuestra recomendación es empezar a invertir lo antes posible en base al riesgo que cada inversor es capaz de asumir, ya que por el simple hecho de invertir con un interés compuesto se está produciendo ese potencial que comentábamos.

Por lo tanto, lo más relevante es empezar a invertir hoy, independientemente de la cuantía y no convertirse de nuevo en ahorrador dejándose llevar por el ruido de corto plazo, porque el tiempo es el mejor compañero de viaje del inversor. Citando de nuevo al maestro Charlie Munger: “La primera regla del interés compuesto: Nunca lo interrumpas innecesariamente”.

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