"El Inversor Errante"

FINECO, en colaboración con ABAO-OLBE (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera), organiza una nueva “Experiencia Fineco Ópera”. La “Experiencia Fineco Ópera” nace por nuestra inquietud de poder ofrecer a nuestros clientes una actividad diferente, atractiva e interesante, fuera del ámbito económico-financiero aunque de alguna forma relacionado con él.

En esta ocasión, la excusa es la celebración de la ópera de Wagner “El Holandés Herrante”. Dice el propio Wagner en su autobiografía que la idea de escribir una ópera inspirada en la leyenda del Holandés Errante surgió de un dramático viaje en barco a Londres que realizó con su mujer huyendo de sus acreedores en Riga. El viaje, que se esperaba durara 8 días, finalizó al de tres semanas, tras numerosas tormentas, cambios de rumbo y paradas en distintos puertos. De ahí la inspiración de su ópera en la leyenda popular de un marino maldito que está condenado a navegar en su barco por los océanos sin poder alcanzar nunca un puerto.

Nos ha parecido esta maldición de nuestro protagonista marinero una magnífica metáfora para explicar algunos de los peligros en los que podemos caer como inversores. Para ello, permítannos que les hablemos del “Inversor Errante”. El Inversor Errante está maldito y condenado a navegar sin rumbo en las procelosas aguas de los mercados. Su maldición le impide alcanzar ningún puerto. Las maldiciones tienen siempre su origen en una acción del protagonista que le lleva a la condena. En el caso del Inversor Errante su condena es fruto de algunos de los grandes errores en la inversión.

El primero y más grave de los errores es el no haber fijado un destino. Parece obvio, pero para llegar a buen puerto es necesario saber previamente dónde queremos llegar. En el mundo de las inversiones, esto se traduce en responder a La Pregunta “¿para qué necesito mi dinero?”. Una pregunta aparentemente sencilla pero cuya respuesta nos resulta difícil de completar, quedándonos en la mayor parte de los casos en ideas vagas y sin llegar a concretar. Uno de los valores que aporta un asesor financiero es precisamente el ayudar a su cliente a elaborar estas ideas vagas y convertirlas en metas concretas que finalmente puedan cuantificarse en términos monetarios.

Pero aun habiendo decidido el destino, el Inversor Errante puede verse condenado al viaje eterno por culpa de un mal diseño de su Hoja de Ruta, o peor, por la falta de ésta. Al igual que el capitán de barco precisa de un plan de navegación, el buen inversor necesitará diseñar una ruta clara para alcanzar sus metas. Incluso será importante planificar rutas alternativas en caso de contratiempos como tormentas u otros riesgos imprevisibles. En el mundo de las inversiones, esta hoja de ruta consiste en definir la estrategia de inversión que nos permita conseguir los objetivos definidos. En este punto el asesor financiero es más que necesario, ya que es su responsabilidad invertir de acuerdo a su “perfil” y al “horizonte” de inversión para conseguir con éxito las metas definidas por el cliente. Esta es una de las grandes aportaciones de la teoría financiera moderna, que comenzó con la Teoría de Carteras de Harry Markowitz en los años 60 y que continúa desarrollándose hoy en día tanto por académicos como por los profesionales de la gestión financiera.

Finalmente, muchas veces nos encontramos con el Inversor Errante incapaz de seguir la ruta que había definido, cambiando de rumbo en función del viento, las corrientes o de otros contratiempos y provocándole una continua desorientación. La principal causa de este mal se debe al dominio que las emociones tienen sobre nuestras decisiones de inversión, desde el pánico a la euforia. Otra causa son los sesgos irracionales que cada uno de nosotros tenemos y que nos llevan a tomar decisiones erróneas, al menos en materia de inversión. El exceso de confianza, invertir en base al “momentum”, el apego a los activos, el rotar en exceso la cartera, entre otros, nos pueden provocar derivas importantes en nuestro viaje como inversores. Una vez más, somos los asesores financieros los que podemos ayudarle a evitar estos errores estando atentos, siempre atentos y muy rápidos en los movimientos.

En conclusión, la maldición del Inversor Errante es fruto de tres posibles errores: no saber su destino, no tener una hoja de ruta o no poder seguirla. El asesor financiero tiene como misión el ayudar al inversor a no cometer errores, a romper dicha maldición y que el inversor llegue a buen puerto. Por eso, y no por otra cosa, es por lo que usted paga a su asesor.

Y en cuanto a ópera, para no ser errantes, que mejor que dejarnos guiar por ABAO para llegar a buen puerto dentro este apasionante mundo. ¡Disfrute de la ópera!

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